La transformación estructural y rural ahora se está desarrollando a un ritmo más acelerado y de maneras diferentes que en el pasado. Las inversiones, las políticas y los programas centrados en los jóvenes del medio rural deberán tener en cuenta estos cambios.

Revisten especial importancia tres cambios demográficos:

• En primer lugar, hoy en día las ciudades albergan a la mitad de la población en los países de bajos ingresos y de ingresos medianos. Los vínculos entre los ámbitos rural y urbano son cada vez más importantes a la hora de satisfacer las demandas de la población no agrícola.
• En segundo lugar, la población rural se ha duplicado con creces desde 1950 en los países en desarrollo, y ha aumentado cerca de cuatro veces en los países menos adelantados. El crecimiento resultante de las ciudades pequeñas del medio rural está reduciendo las distancias real y figurada entre las zonas urbanas y rurales.
• En tercer lugar, el número de jóvenes sigue aumentando rápidamente en África Subsahariana. El ritmo lento de su transición demográfica quizás sea también un factor que retrase el crecimiento a largo plazo.

El cambio digital es positivo

En el pasado, muchos jóvenes del medio rural huían de la pobreza trabajando en industrias manufactureras intensivas. La tecnología digital está mermando esa posibilidad. Al mismo tiempo, está creando nuevas oportunidades al mejorar la conectividad, la productividad y la independencia de los jóvenes.

Más del setenta por ciento de la población de África Subsahariana, por ejemplo, dispone de cobertura de telefonía móvil, lo que mejora el acceso a la información y acelera las transferencias de dinero. Las nuevas tecnologías, como los drones, favorecen la agricultura de precisión y la vigilancia de los cultivos y el ganado, entre otras actividades.

Se necesitan inversiones para reducir los costos de acceso y dotar a los jóvenes del medio rural de las habilidades necesarias para poder beneficiarse de estas tecnologías. Asimismo, los jóvenes necesitan una educación que les ayude a evitar peligros como, por ejemplo, contraer deudas con demasiada facilidad. Pero lo que es más importante: invertir en las capacidades básicas de los países para que los jóvenes del medio rural puedan aprovechar esas oportunidades resulta esencial.

Pero el cambio climático es un obstáculo

Los jóvenes de las zonas rurales tienen muchas probabilidades de verse desproporcionadamente afectados por el cambio climático. Esto se debe a que los países con elevadas cifras de población joven suelen ser países pobres. Todavía dependen en gran medida de la agricultura, uno de los sectores más vulnerables al cambio climático.

Normalmente, los jóvenes que viven en esos países tienen pocas opciones al margen de la agricultura, y además, poca capacidad de adaptación, porque a menudo carecen de recursos como la tierra, el crédito y los seguros.

Las inversiones destinadas a la adaptación al cambio climático deben ir acompañadas de inversiones en capacitación de los jóvenes del medio rural. Así se mejorará su capacidad de adaptación a los nuevos entornos de producción y, de ese modo, podrán hacer frente a las dificultades.